viernes, 7 de diciembre de 2007

ESFUERZO

La carreta va tirada
por las manos de la mujer blanca,
sus ruedas se hunden en el barro,
los pies de la mujer se atascan
Mujer de manos blancas,
pies barroso, muslos fuertes,
polleras de anchas ancas.
la sigue la carreta que avanza lentamente
con su pesada carga
sueños de hierbas medicinales
que curan el corazon y sanan el alma.
La carreta con olor a sahumerio
se pierde empequeñecida
tirada por las fuertes manos
de la mujer blanca

martes, 4 de diciembre de 2007

MAMA

Fuego encendido en medio del hogar,
brisa de primavera que trasporta
la fragancia del polen fecundado,
manantial cristalino y puro
que se confunde con las sombras
de los sauces en los estanques del verano,
manos que se multiplican
y transforman la naturaleza en vida,
alimento del alma para
los que están a tu lado,
eres silencio en el dolor,
explosión de alegría y llanto,
tierra fértil y abonada,
brote de fragancia,
multiplicadora de trabajo
manos que dirigen y acarician,
vencedoras del cansancio.

Esa eres tú…

La fe del arriero

La puesta de sol va cubriendo silenciosamente quebradas y cerros, una majada con paso cansado vuelve para beber el único sorbo de agua del día que el arriero extrae desde un pique poco profundo, un perro pastor olfatea piedras y rincones en busca de algún alimento, las coyucas juegan entre los brotes de las varillas, alcaparras y amancayes, En el caserío de la familia campesina, dos niños se corretean, las perdices buscan a sus polluelos para llevarlos al nido, un gallo de plumas rojizas y espuelas estacadas hace rueda a una gallina que coquetamente se agacha para dejarse amar, después lanza su último canto, largo y sostenido, despidiendo el día.

La noche se posa como un manto protector sobre la tierra diaguita. La familia del arriero Agustín se reúne en torno al fogón para compartir la comida preparada por su mujer; la Feli, los niños; la Elvira y el Chano, se entretienen con las chispas destellantes que florecen de los leños en llamas, el aroma del queso asado se confunde con el locro que hierve en una olla pintada de hollín.

Después de cenar, abandonan el rancho para contemplar; como cada noche; lo infinito del silencio y de la oscuridad, milagro mágico de la presencia de Dios manifestada en mil formas brillantes del cielo estrellado. En ese marco imponente de luceros y lunas, cuenta el Arriero Agustín a su prole, que Dios creó el día para el trabajo del hombre y la noche para su contemplación.

"El trabajo, es una manifestación de amor que nos ha regalado el Padre, nos permite crecer en dignidad y descubrir que nuestras fuerzas van dando formas de vidas nuevas, si se trabaja con amor y fe estamos cumpliendo con el mandato de quien más nos ama: Dios. Él nos da la luz del día para que nos equivoquemos menos y prolonguemos nuestra visión en el descubrimiento de nuestra relación con la naturaleza y los animales" que al igual que los leños ardiendo, son eternos e infinitos en su conjunto.

El arriero continúa "Hijos, el trabajo no es un castigo, es un regalo y como todo regalo hay que recibirlo con agradecimiento, amor y humildad, porque en la humildad del amor crecen los hombres agradecidos."

"La noche silencio y oscuridad, es un instante de reflexión, es el momento que Dios nos ha regalado para hablar con Él y su Santa Madre, es entregarse en sus brazos amorosos con el corazón abierto y limpio, es el instante para pedir perdón con un arrepentimiento profundo y verdadero. La noche está dada para el agradecimiento sincero y amoroso, para levantar nuestras plegarias y decir… " Padre nuestro que estás en los cielos…", "Dios te salve María…", "Angel de la guarda dulce compañía…" Dios - concluye el arriero - es día y noche, aire, tierra, cielo, naturaleza, rocas, estrellas, es hombre y…." Deja la frase inconclusa, sólo atina a decir "escuchemos a Dios"… En medio del silencio de la noche, brisas costeras entonan una melodía al ritmo del titilar de las estrellas y con sus suaves perfumes acarician el rostro de la familia. Ésta se recoge, sin antes de una señal de la cruz "buenas noches en el nombre de Dios".
Cuatro cabezas se recuestan y se entregan a un sueño profundo. A lo lejos , en medio del sielncio de la noche se escucha el grito lastimero de un zorro chilla.