jueves, 4 de junio de 2015

Diaguita

(Julio Bordon Mercado)

Desde pequeño solía recorrer los valles del desierto, me internaba en las quebradas y escalaba los cerros, especialmente  cuando; y como consecuencia de una fugaz lluvia, el desierto se vestía con  flores   multicolor. En medio de ese maravilloso paisaje  pasaba horas sentado y escuchando el canto del agua; de pequeños riachuelos;  recorriendo entre las piedras, me deleitaba observar  las arguenitas o enredaderas silvestres colgando desde los  peñazcos o enredándose en los amancayes que orgullosamente mostraban sus flores amarillas, a lo lejos añañucas coqueteando con los  azulosos lirios,  narcisos, estrellitas, manzanillas, alcaparras y si fuera poco coros de pájaros construyendo sus nidos entre los palos negros y las varillas. ¡Cómo me encantaba observar esas  bandadas  que surcaban el cielo limpio de mi tierra!.

En mis aventuras,  me  acompañaba  mi perro pastor, un animal fiel y juguetón, que con sus manos grandes escarbaba para tratar de conseguir un “liguano”, una langosta  que  por miles  saltaban de un lado a otro,  atrapar una mariposa habían de diferentes colores, tamaños y siempre se mantenían danzando al compás de la suave brisa.

La madre tierra me acogía entre cerros y camanchaca. En ella y desde mucho antes que llegaran desde el viejo mundo los depredadores, surgieron  pequeños caseríos que  albergaron familias arrieras, mineras y campesinas, fueron mis antepasados; Diaguitas; que tallaron la piedra, curtieron el cuero y convirtieron el barro en cacharros para almacenar el agua y la comida. En su pequeño oasis construyeron corrales, ranchos, huertos y familia.

Las familias arrieras, mineras y campesinas se han extinguido,  no queda nada, se derrumbaron los ranchos, los corrales,  sólo quedan  algunas higueras centenarias y pimientos sombríos que resisten como  mudos testigos de una historia escondida,  no contada en fin olvidada.


Es tiempo para que vuelva a mi desierto florido, me sentaré sobre las peñas, comeré un Copao y escucharé el ruido del silencio, el grito de un Chilla o  el vuelo de una chicharra perdiéndose  a lo lejos… 

miércoles, 3 de junio de 2015

Miedo

(Julio Bordon Mercado)

Esta tarde esta para la Calchona, decía mi madre; según ella en lo atardeceres como ese, las fuerza del mal se  agrupaban para salir a visitar a los mortales y tener la posibilidad de atraer algún alma.
¿Qué particularidad tenía esa tarde?, silencio, mucho silencio, los pájaros no se disputaban las ramas de los pimientos, los cabríos habían bajado del cerro temprano y rumiaban  echados en el corral, las bandurrias que diariamente; que a esa hora viajaban ruidosamente hacia el horizonte; no dibujaban su vuelo en un cielo grisáceo, los rayos de sol teñían tímidamente a unas pocas nubes que se habían atrevido levitar sobreel desierto a esa hora.
Cuando las sombras de los cerros empezaron a cubrir la majada, una bandada de tórtolas despavoridas emprendió un vuelo desorientado. Una ráfaga tibia del viento sur empezó a intrusear por todos los rincones de los ranchos, corrales y  huerto, dejando tras sí una enorme polvareda. Mi madre, nos tomó de la mano y nos hizo la señal de la cruz, miró ansiosa al cielo, buscando, tal vez el rostro de Dios.
Al viento volvió el silencio, la última luz del día se extinguía rápidamente, mi padre encendió la lámpara a carburo y atizó el fuego, las primera estrellas de la constelación del sur se dejaron ver brillantes entre el manto oscuro de la noche. Los arrieros compartieron el último mate de leche del día y en familia se dispusieron a dormir.  Sólo habían pasado algunos minutos cuando desde el portezuelo llegó un grito agudo y desgarrador de una mujer, es la Calchona; dijo mi padre; y de un soplo apagó la tímida llama de la lámpara. Con mi hermana nos echamos a los brazos de nuestra madre,  nuestros cuerpos empezaban a tiritar, sentíamos miedo.  Mis  padres  nos acogieron  en un abrazo fuerte y dividido, nos pidieron silencio. El grito se empezó a transformar en llanto. Llanto que se mezcló con el aullar de los perros.
Mi madre en voz baja empezó a rezar un Padre Nuestro, afuera  el viento volvió a soplar, esta vez con más furia, daba la impresión que pronto volarían las esteras y fonolitas de los techos, las ramas de los pimientos empezaron a ceder, romperse y caer a tierra, después, fue el turno de las higueras y de los perales. Nosotros seguíamos tiritando de miedo, mi padre nos tomó y nos explicó que  afuera se estaba librando una batalla entre fuerzas del mal y el bien, debíamos rezar para que la naturaleza fuera la vencedora.
Poco apoco se fue calmando el viento, lo que nos permitió escuchar con más claridad el coro de voces fantasmales,  denotaban pena, angustia. Voces de adultos y llantos de niños, con el aullar de lejano de los perros y de los chillas fuimos vencidos por el sueño.

Un rayo de luz que intrusamente se filtró por entre un clavo oxidado alumbró el rostro de la familia, afuera un gallo entonaba su canto sostenido, las gallinas  cloqueaban y las mariposas se posaban sobre los gladiolos en flor, cuando salimos del rancho nos recibió un día luminoso con bandadas de yales, tengas y zorzales que se peleaban las ramas de los pimientos higueras y perales intactos.

viernes, 30 de enero de 2015

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miércoles, 28 de enero de 2015

Brisa

Brisa.
(para Solvr)

Tu luz resplandece
como la luna en una noche de verano,
tu cabello oscilante
como espiga del trigo en el campo
acariciado sutilmente
por un suave soplo enamorado
luna,
espiga,
brisa,
en  tí se han confabulado

lunes, 26 de enero de 2015

Seré.



SERÉ

(Julio Bordon Mercado)

Era mediodía, me encuentraba en la cocina, un pequeño lugar de nuestro departamento familiar, cuando me disponía a lavar alguna loza  acumulada , escuché a mi  esposa murmurar algo sorprendida; "no lo puedo creer Dios mío", extendí mi cuerpo para observarla e infiero  que su exclamación se debía a alguna  mala noticia que estaba recibiendo.

Esperé un momento y después de lavar un par de tazas le pregunté, había fallecido Raúl y  sus excequias se habían realizado hacia dos días, mi mujer continúo con su monólogo, "no acompañé a la Margarita, estuve toda la semana pensando en ella, tengo que llamarla" . En ese momento recordé a Raúl,  un buen hombre de clase media que con trabajo y esfuerzo construyó una familia con hijos profesionales y exitosos, disfrutó del amor y compañía de su esposa, hijas, hijo, nietas y seguramente de mucho amigos. El silvido de la tetera me trajo nuevamente a mis servicios dométicos que había empezado y observé la tetera que  lanzaba  el ruidoso chorro de vapor, como ella en ese momento debían ser muchísimas las teteras, en el mundo, que deberían estar anunciando su hervor y muchos Raules muriendo, muchas Margaritas llorando y amigas cuestionándose, 

Una mujer que nace, un hombre que muereo,  miles de niños que lloran,  una mano que consuela, un abrazo en silencio, un ajuar, un ramo de flores blanca, un puñado de tierra que cae sobre el ataúd. un cuerpo,  una persona que desaparece para siempre, llantos, silencios, recuerdos y olvido ¿Qué más? es el círculo de la vida que se ha venido repitiendo desde el principio de los tiempos y a pesar que es inevitable no la esperamos, la muerte no es nuestra, pero ya vendrá, partiremos en silencio, como en el principio cuando con el primer llanto despertamos el alimento materno.. 

Cuando silve la tetera y sea yo quien ocupe el pequeño espacio entre los  maderos tallados se habrá concluído  mi historia ¿Qué dejaré?... Buenos y gratos recuerdos, seré el hombre bueno que siempre quise ser, buen esposo, excelente padre, amigo extrañable, trabajador, creyente  y poeta.  Eso se dirá en  mis excequias y ¿Dónde quedaran mis imperfecciones?  ¿Mi mal humor? ¿Mi falta de tolerancia?  ¿Mis errores? ... cuando muera, no quiero discursos blancos, discursos que oculten la verdad de mi historia.. a cambio de eso me gustaría tener  silenio.. si mucho silencio, silencio que permita escuchar los pasitos de algún niño pequeño corriendo alrededor del madero, silencio que permita oscultar el rostros de los que me acompañarán. hoy soy un hombre económico, mañana seré un recuerdo y después un olvido eterno.

martes, 20 de enero de 2015

Cristo




Padre:
Me duele verte alzado en lo alto de la cruz,
siento impotencia de no poder bajarte
lavarte tus heridas, besar tus pies.
Soy tan pequeño
ante tu presencia divina.
¿Porqué Cristo de la misericordia
tuviste que ser clavado en el madero?
¿Para salvar al mundo?
¿Para limpiar los pecados nuestros?.
Señor: Estamos en deuda...
Señor estoy en deuda contigo

Luna de mi niñez



Luna
que me hiciste soñar
en mis noches de niño,
aparecías de repente
por  sobre los cerros lejanos,
sedientos y dormidos
con tu rostro de plata y luz
iluminaste mi rostro
y mi  desierto florido.

Luna
que me hiciste soñar
en mis noches de niño.

Buenas noches mi Dios

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Alma

Alma mía
permanece siempre en mí,
que no te distraigas  el ruido
el frío o el calor.

Alma  mía

LA LUNA


viernes, 16 de enero de 2015

He descubierto porque los calcetines andan perdidos el uno del otro, esto es porque uno es de la derecha y el otro de la izquierda