martes, 15 de enero de 2013




A mis padres.

Para mi la poesía es una caricia al espíritu, la conocí en medio del polvo de mi tierra, ahí entre los cerros del norte chico,  en las noches estrelladas de verano mostrando infinitos universos, en la música que el viento componía al pasar por entre las ramas de los pimientos. La poesía,  se hizo ternura en las manos  generosas de mi madre,  en el golpe del combo y en el barreno, penetrando en la roca rojiza bajo la fuerza y mirada atenta de mi padre. Me sensibilizó la armonía poética del cencerro cuando arriaba la majada por entre las quebradas y las faldas de los cerros.

La poesía ha estado siempre presente en mi vida, en los rezos silenciosos que le dirigía a mi Ángel de la Guarda cuando era un niño o en la contemplación  de la Sagrada Familia estampada en una brillante  luna.

En mi primera Escuela; de curas con sotanas café, aprendí los primeros  versos de la Divina “pié cesitos  de niños azulosos de fríos…”  después fue Oscar  Castro quien me hizo soñar con su “junco de la rivera y el doble junco del agua…” fui descubriendo el canto del gitano en sus versos cargados de música  

“…Por algo las estrellas
en sus ondas descansan.
Por algo madre Venus
en su seno engendrose,
que amor de amor tomamos
cuando bebemos agua.
Es el amor que corre
todo manso y divino,
es la vida del mundo,
 la historia de su alma…”

También descubrí y me enamoré de la prosa del gran poeta en su Canto General, residencia en la tierra, los versos del capitán, en su canto al mundo y en su canto a Matilde. Sentí tristeza con la poesía de Machado cuando conversa con el amor de su vida en el momento que éste lo abandona y parte al silencio eterno… con el nacimiento de mi primera hija descubro al príncipe de las  letras castellanas:  Ruben Dario  



“Margarita está linda la Mar,
Y el viento,
Lleva esencia sutil de azahar;
Yo siento 
En el alma una alondra cantar;
Tu acento:
Margarita, te voy a contar
Un cuento:”

De esta manera me fui enamorando de la poesía y quise ser  poeta,  comencé a transformar en  verbo las palabras, les puse música y armonía. Mi música,  mi armonía… y escribí…  sigo escribiendo, cosas simples,  escribo a mi tierra, a mis raíces, a mis padres a mi amor que me ha acompañado largos años, en fin  mi prosa es un canto a la vida.  Es una composición simple, para algunos  puede carecer de  contenido. El contenido de mi poesía está en mis sentimientos, en mis orígenes, en mi sangre, en mi corazón, mi poesía  brota desde lo más profundo de mí y de mis raíces. La amo, porque ella es mi séptimo hijo y cuando puedo la recito con cariño.  Con ella no pretendo competir con los grandes, ni con los pequeños poetas de mi tierra, con  esos que partieron, con los que quedan, con  aquellos otros que nacerán poetas.

Mis versos me acompañan en viajes interminables del tiempo y  me llevan de regreso a mi tierra junto a  aquellos que amé y me amaron: mis padres,  el arriero Agustín y mi querida Feli, mis hermanos y mis abuelos.

El arriero ya no está, ha partido al encuentro del Padre Bueno, se fue en una fría y triste  mañana de invierno, tal como vivió  en silencio  “lo despedí en su última morada… su adiós fue una sonrisa, una sonrisa y una triste mirada”.

Desde que se marchó el arriero,
ha quedado  todo en silencio
el camino largo y polvoriento,
el rancho de barro y churqui
las sombras de la tarde
traspasando el portezuelo
ya no está  su sombra,
ni sus pasos cansados,
ni su sombrero desteñido,
ni su mirada lejana
ni siquiera la casa
construida con sus manos,
sólo está la piedra,
mudo testigo de su asiento en el camino
Desde  que se marchó el arriero
todo es recuerdo,
silencios,
y  olvido.    

Así van brotando mis  sentimientos, uno tras otros y ellos me siguen llevando hacia mi padre, cuando compartíamos en silencio las brisas del desierto, ¡Como extraño a mi querido viejo!

Querido papá…
Si Dios me concediera un deseo
sería un encuentro contigo,
en nuestra casa de barro,
en el pimiento sombrío.
Sabes  viejo,
cambiaría la historia,
te llenaría de besos,
me refugiaría en tus brazos,
tomaría tus manos
trabajadoras y callosas
… buscaría tu abrigo,
juntos ensillando la tropa
machacando el trigo,
pastoreando la majada,
saboreando el charqui,
el rescoldo, un buen vaso de vino,
te llevaría  mis hijos,
esos nietos tuyos,
tu herencia viejo querido.
Fundiríamos nuestras manos
en una ronda de círculo infinito,
grande en el amor…
como el tuyo,
mi querido viejo…
mi viejo querido...

Mi mamá, mi querida Feli,  hoy se encuentra con su viejo en los confines del Universo, compartiendo la morada que les tenía preparado el Padre  Bueno

Mi madre, la Feli, mi querida Feli,  mujer honesta y buena, de ella heredé el amor por la naturaleza que con una metodología simple me enseñó a descubrirla. En su pecho generoso he dormido  una vida entera, aún me parece sentir el latido de su noble corazón y la suavidad de sus caricias  en aquella largas noche de invierno o en las tardes refrescantes de primavera, cuando coros de yales se confundían con la fragancia de  los lirios, las arguenitas, añañucas y azucenas.

Mi madre, es  la primera fuente de inspiración para poner en acción las letras. Mi madre, fue una mujer bella y buena:

Rostro de María Madre,
rinconcito de mi nido
pecho generoso
que me alimentaste
cuando era un niño.
De ti todo… ternura
amor  incondicional,
consejos, sacrificios,
largas noches de desvelos
por el sueño de tu crío.
Hoy te observo…
y voy descubriendo en tu rostro
los surcos de mi  camino,
son huellas de amor y generosidad
que penetran en mi alma
como el agua en las praderas
alimentando el verde trigo.
Ven para darte mil besos de ternura
como aquellos que me diste
cuando yo era un niño,
déjame atraparte entre mis brazos
juguemos, salgamos al jardín
para que reguemos nuevamente
las rosas. Las violetas y los lirios,
tostemos el pan
para acompañar el café humeante
en las mañanas de inviernos fríos,
voy a abrigarte
como tú lo hacías conmigo,
¿Recuerdas antes de dormir?
La Señal de la Cruz, un Ave María.
El Padre Nuestro.
Tus brazos amarraditos a mi cuerpo
y con voz bajita… un cuento,
historias de hadas, castillos,
amores y tormentos
y que ahora… mamá, yo te las recuerdo
a ver… a ver ¡ah! El gato con botas…
o  ¿El negro carboncillo?
¡si!...¡s! … ¡ese me gustaba!
… érase una vez… un mozo,
valiente y de buen parecido
por la noches conversaba con la luna
le pedía… salud, para su mamá
y para el papá … fortunas,
…así comenzaba ¿verdad mamá?
Pero, que te pasa.. si te ha dormido
… mi querida viejita,
déjame arroparte con mi abrigo
pon tu cabeza en mi pecho
para acariciarte con la mirada,
…para ti mis brazos … mis besos
Sabes mamá…
el ángel de la guarda
debe de estar muy contento
porque tú, al igual que yo
cuando era un niño
con un cuento
te has dormido
SSSSHHH… silencio
que la reina entre mis brazos
se ha dormido…
se ha dormido…


¿Cómo no he de amar  la poesía?. Es  una llamada que  siento cada vez con mayor intensidad:


Es tiempo que vuelva
a mi desierto florido,
iré a contemplar las estrellas
en negras noches,
como arrope de higo,
seguiré a la cruz del sur  y viajaré con ella
por los caminos de mi padre
cuando yo era un niño,
a él…
lo buscaré en cien luceros encendidos,
debe  estar por allí,
esculpiendo astros
con su barreno,
su picota y su martillo.
Lo invitaré a caminar
como en aquellos tiempos,
cuando en las sombra de las noche
buscábamos a la luna
y contemplábamos en silencio
oscuros espejismos.
¡Cómo extraño a mi viejo!
¡cómo extraño mi nido!
a mi tierra polvorienta
acariciada por juguetones remolinos.
¡cuantos caminos con mi padre
al andar hicimos!
soñando con riquezas
en socavones enterrados
y picados escondidos.
Eran nuestras ilusiones,
grandes como los cerros,
largas como el camino.
Me parece verlo,
sentado sobre las peñas
con su sombrero negro y desteñido.
su mirada firme, lejana, perdida
buscando en el horizonte
las huellas de su vida,
yo…  junto a él,
pequeño y tímido,
contemplando sus facciones,
de camanchaca, desierto,
oro, plata y vino.


Pero,

Ya no queda nada,
nada, todo es silencio y recuerdos,
hasta el viento tiene olor a recuerdos,
recuerdos de mi madre
trabajadora y buena,
mi padre cortando leña,
los gritos de la Elvira
y los pájaros
                              jugando en las esteras.

Están también mis amores, mi compañera de toda la vida y otros  olvidados  y en el tiempo perdidos y mis nietos que  gritan corren y me besan y el que viene , otro eslabón de mi generación. Para él también mi canto:


Hoy escuché
la voz de mi nieto,
voz con latido de corazón
que traspasó las barreras de su universo,
voz que me busca y me llama
para decirme:  “¡Abuelo!
después de escuchar tus cuentos
voy a  dormirme  en tu pecho
soñare con  mundos mágicos
que me trasportarán a lo infinito
y me regresen contigo de nuevo.
Abuelo, voy correr contigo por sobre la maleza
de prados bellos,
y nos chorrearemos con un helado
cuando caminemos de la mano
 por una playa de arenas blancas
como tus cabellos”.
Hoy escuché la voz de mi nieto,
voz angelical, eco de libertad, esperanza
y de amor eterno.
Hoy escuché la voz de mi nieta
Diciéndome: ¡Abuelo…!

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